lunes, 10 de mayo de 2010

Reflexion






“MODA, PRESIÓN SOCIAL Y NUEVAS FORMAS DE ENFERMAR”





Haciendo referencia a la moda y la presión social, surge, desde una perspectiva médica, la obligada referencia a la enfermedad, a nuevas alteraciones y trastornos, que emergen de unos hábitos de vida más lúdicos que saludables.

La alimentación y los problemas relacionados con la imagen corporal son un buen ejemplo de ello. En el terreno de la alimentación y la patología, años atrás, alteraciones como la anorexia o la bulimia han sido unas estrellas mediáticas, que hoy parecen actrices secundarias si se comparan con la obesidad. En el corazón oculto de todos estos trastornos surge una voz, un eco, que dice:

DIETA
La dieta ya no es, como en la Grecia clásica, un plan de vida, un camino hacia la salud. Más parece haberse convertido en una especie de práctica deportiva, con distintas modalidades y diferentes frecuencias e intensidades a la hora de practicarla. De hecho ya se empieza a practicar en alevines, infantiles, juveniles, etc., hasta llegar a la tercera o cuarta edad, pues es práctica que parece adecuarse a cualquier edad, sexo o condición.

En los últimos años, se vuelve a practicar como camino de perfección, pero en este caso de perfección del cuerpo (que ahora el alma no parece que exista).
La finalidad de esta práctica ha venido determinada por la cultura del momento y el lugar. Conocemos la práctica de la dieta, la versión conductual de un fenómeno, tras el que han subyacido diversas motivaciones a lo largo de la historia.


NUESTRA CULTURA




Nuestra cultura actual tiene muchos rasgos distintivos. La libertad es uno de ellos. Que permite comer lo que queramos, a la hora que nos dé la gana, cuanto queramos y del modo que nos parezca... Las normas se han diluido. Además gozamos de un alto nivel socioeconómico que nos permite, por ejemplo, rechazar el pan o decidir no tomar carne. Además hay un alto nivel de instrucción (la escolaridad es obligatoria, aunque lo que se debería hacer en la escuela no parece que lo sea tanto) y unos medios de comunicación. Y para los jóvenes hay un homogeneizado cultural, que muchas veces les impregna de forma acrítica. Así, pueden tomar un refresco de cola con cafeína, sin cafeína, light o zero, con alcohol o sin él, pero es casi seguro que tomen un refresco de cola. Finalmente, en nuestra cultura, un trío se ha hecho famoso: belleza-salud-juventud.






La creación de elevadas expectativas (que no siempre se van a cumplir), la proliferación de mensajes pseudos-científicos, la falta de crítica a la hora de asumir mitos y creencias, la cosificación-fragmentación del cuerpo (me quito de aquí, me pongo allí) y la separación persona-cuerpo, han dado lugar a un intervencionismo sobre la alimentación y el propio cuerpo.

Esta cultura, muy relacionada con trastornos de la alimentación y de la imagen, va a calar especialmente en los adolescentes. Como etapa crítica para el desarrollo biopsicosocial, la adolescencia se enfrenta hoy a la dicotomía información-conocimiento, en una sociedad que informa mucho y enseña poco.

En el terreno de la imagen corporal el riesgo de alteraciones es evidente, el modelo cultural influye hasta el punto de haber pasado de un concepto amplio de belleza a un concepto rígido de delgadez como belleza. Belleza y delgadez ligada al éxito social y a la insatisfacción de la mayoría, incapaz de alcanzar parámetros imposibles.

No obstante, también se ha señalado que una familia bien estructurada, una dieta adecuada y la religiosidad (que no significa la adscripción a una doctrina determinada) eran factores de protección.

Otra nueva alteración es la llamada “ortorexia”, que viene a ser una obsesión por comer “sano”. Bajo la motivación de sentirse sano, puro, natural, el ortoréxico u ortoréxica, lleva a cabo una dieta basada en evitar cualquier cosa artificial, incluyen casi todo.

Para acabar con estas nuevas alteraciones se habla de “permarexia”, que no es otra cosa que el hecho, de pasarse la vida de dieta en dieta, para nada. Sería la práctica de la dieta como devoción.
Ortoréxicas o permaréxicas suelen ser más ellas que ellos. ¿Enfermedades o estilos de vidas? Que la repuesta se la dé cada uno, pues la medicina oficial aún no los reconoce como patologías.

Como última reflexión, sólo una referencia a la medicina y la psicología convertidas en negocio, consumo, tienda: ¿hay que tratar cualquier peso? ¿cualquier cosa en el cuerpo? ¿cualquier sufrimiento humano? ¿cualquier necesidad o frustración? ¿todo el mundo debe hacer dieta? ¿hay psicoterapia y pastillas para todo? ¿para hacer ejercicio, movernos, hay que pagar una cuota?
Quien esto escribe tiene repuestas. Pero es mejor que cada uno o una se aplique las suyas.

REFERENCIAS

Cash, T.F. (1987) Body image in inorexia nervosa and bulimia nervosa: A review of the literature . Behavior Modification, 11, 487-521
Champion, H.y Furnham, A. (1999) The effect of the media on bpdy satistaction in adolescent girls. Eating disorders Review, 213.228.
Jáuregui, I. La imagen de una sociedad enferma. Anorexia, bulimia, atracones y obesidad. Barcelona: Grafema.
Toro. J., García, M., Pérez, P, y Cuesta, L. (1989) Eating attitudes, sociodemographic tactors anda body shape evaluation in adolescece. Br J Med Psychol, 62 (pt 1): 61-70.

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